Introducción
Probablemente, algunos puristas pensarán ¿Necesita mi empresa asumir algún riesgo? En el otro extremo estarán los que dicen “el que no arriesga, ni gana ni pierde”. El sentido común nos sugiere que el grupo de los primeros está en lo correcto: no se deben correr riesgos. La posición de los segundos parece poco mesurada, ¿arriesgar mi capital para ganar? ¿Y si pierdo?
¿Quién tiene razón en la gestión de riesgos?
En realidad, la verdad está en el medio. Por un lado, las empresas deben controlar, pero no llenar sus procesos de controles para mitigar cualquier cosa que suene a “riesgo”. Esto podría ser contraproducente, ya que el coste de mitigación podría tener un mayor impacto financiero que la ocurrencia del mismo riesgo. Para que nos entendamos, podría salir “más caro el collar que el perro”. Estos “desperdicios” se traducen en costes, baja eficiencia y, por ende, baja productividad. En conclusión, el exceso de controles no ayuda a las empresas al logro de sus objetivos.
¿Qué riesgos se deben asumir?
Por otro lado, no se deben asumir riesgos “sin ton ni son”, o por tener una corazonada de negocios. Esto en términos objetivos, es uno de los factores que más ha cobrado la vida de muchas empresas. Puede haber incluso, una excelente valoración de los riesgos, pero ¿cómo saber que tanto controlar o arriesgar para lograr los objetivos?
¿Qué deben hacer las empresas? La respuesta está en el Apetito al Riesgo. Según el Committee of Sponsoring Organizations (COSO), el apetito al riesgo es la “cantidad” de riesgo que la entidad está dispuesta a aceptar en su búsqueda de valor.
Sin embargo, hay dos elementos que deben tomarse en cuenta para determinar el apetito a riesgo: La Tolerancia al Riesgo y la Capacidad de Riesgo. Para ilustrar estos conceptos, veamos el siguiente ejemplo (tomado del Blog de Albert Salvador La Fuente – Auditor Interno).
Consejo: Compara transformación digital vs digitalización para entender las diferencias y elegir la mejor estrategia.
Capacidad de riesgo, tolerancia y apetito al riesgo en la gestión de riesgos.
Imaginemos un vehículo que, por sus características técnicas, llega a una velocidad máxima de 180 Km/h. Esto sería la Capacidad de Riesgo. Sin embargo, debido a la capacidad y experiencia del conductor y a las condiciones meteorológicas, tendría que ir a una velocidad de 150 km/h. Esto, esto sería la Tolerancia al Riesgo. Por último, para llegar de forma segura y en un tiempo adecuado, respetando los límites establecidos, el conductor decide viajar a 120 Km/h. Éste sería el Apetito al Riesgo.
Si el conductor decide ir aún más seguro, puede ir a 80 Km/h, disminuyendo su apetito al riesgo, pero sabe que podría llegar hasta 120 Km/h de forma segura. Si va a más de 120 Km/h estaría excediendo los límites deseables de riesgo y a más de 150 Km/h los límites tolerables.
Factores que influyen en el apetito al riesgo en la gestión de riesgos.
El apetito al riesgo de una empresa lo determina una amplia variedad de factores, entre los que podemos nombrar:
- cultura organizacional
- tipo de industria y mercado;
- competidores;
- objetivos e iniciativas;
- fortaleza financiera.
La tolerancia al riesgo se rige por la misma variedad de factores que determinan el apetito por el riesgo. Pero la cantidad de tolerancia al riesgo que acepta una organización puede variar según el caso, dependiendo de factores que incluyen la naturaleza de un proyecto, el marco de tiempo de un proyecto y la experiencia de las personas involucradas.
La tolerancia al riesgo puede cambiar con el tiempo a medida que cambian, por ejemplo, los estándares de la industria, las regulaciones y las prácticas aceptadas.
Conclusión
En general, el apetito por el riesgo de una organización debe centrarse en lo que la organización está dispuesta a hacer para alcanzar sus objetivos, teniendo en cuenta los factores ambientales y culturales.
Nuestra herramienta de gestión de procesos ADONIS, incluye la posibilidad de gestionar los riesgos asociados a los distintos procesos de negocios de la empresa.